Kioko fuiste nuestro primer bebé. Nos enseñaste a ser responsables y, sin saberlo, nos preparaste para ser padres. Fuiste una compañera perfecta, la perrita más buena, llena de calma, amor y alegría. Eras familia.
Te recordaremos siempre por tus saltitos y tus saludos, por esa felicidad inmensa con la que nos esperabas al llegar a casa y que llenaba nuestros días de luz.
Vivirás para siempre en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Gracias por tanto, princesita.