TULA

26/06/2017

Tulita, hace unos días que te has marchado con casi 17 años y más de diez de andar por el mundo firmemente plantada sobre tres patas.  Fueron muchos y tu cuerpecito maltrecho ya no daba más. Viejecita mía, hoy tu ausencia es una presencia enorme y dolorosísima.

Tula, preciosa compañera mía, con tu naturaleza pícara y traviesa y esa alegría de vivir que era una inspiración para cada día, y esa sensibilidad infalible que captaba mis estados de ánimo para reconfortarme con tu presencia, muchas veces a golpes de lametones que inevitablemente me hacían reír. Y para qué hablar de tu devoción, que te llevaba a arrastrar mis cosas hasta la puerta de entrada y a acomodarte encima para esperarme. Y del puro amor loco de los encuentros acompañado por la percusión de tu rabito supersónico, aunque la ausencia sólo hubiera durado unas horas.

Mi terremoto de rizos, te he inventado un cielo a medida y lo único que me consuela es imaginarte en él, corriendo ya libre de tus achaques, e imaginar el encuentro con tu primera humana, tu primer amor, nuestra Soledad, que ya hacía muchos años que te estaba esperando en el cielo de al lado.

Hasta siempre, Tulita.