Hoy es el día más difícil. Escribo estas palabras con el corazón encogido y los ojos llenos de lágrimas, sabiendo que ya no estás físicamente a mi lado. Recuerdo perfectamente aquel día 7 de febrero, cuando llegaste a nuestras vidas siendo tan solo un pequeño cachorro vizsla. Eras tan diminuto y ya irradiabas esa luz especial que nos enamoró al instante.
Naciste el 7 de diciembre de 2020, y desde entonces, cada día contigo ha sido un regalo. Nos has acompañado durante 4 años y 3 meses, llenando nuestro hogar de alegría, travesuras y un amor incondicional que jamás olvidaremos.
Eras único, Lee. Tu carácter bueno y cariñoso nos envolvía en una burbuja de ternura. Tus tímidos acercamientos y tus miedos, a veces inexplicables, solo hacían que quisiéramos protegerte y abrazarte aún más fuerte. Eras nuestro pequeño valiente, a pesar de tus temores.
Tu raza vizsla te hacía elegante y lleno de energía, aunque también disfrutabas de largas siestas acurrucado a nuestro lado. Eras parte de cada momento, de cada alegría y también de los días más grises, ofreciendo siempre tu consuelo silencioso y tu lealtad inquebrantable.
Saber que esta enfermedad terminal te estaba consumiendo y que ya no podías disfrutar de la vida como merecías nos destrozaba. Tomar esta decisión, la más dolorosa de todas, ha sido un acto de amor puro, para evitarte más sufrimiento.
Gracias, Lee. Gracias por cada lametazo, por cada alegría compartida, por cada paseo, por cada mirada cómplice. Gracias por enseñarnos el verdadero significado de la lealtad y el amor incondicional. Gracias por ser parte de nuestra familia.
Aunque hoy nuestro corazón esté roto, guardaremos para siempre en nuestra memoria cada recuerdo contigo. Correrás libre y feliz por praderas infinitas, sin dolor y sin miedos. Siempre serás nuestro Lee, nuestro pequeño gran compañero.