GOLFI

26/09/2022

Querido Golfito, "el nostre ancià golafre": 

Tu nombre fue el resultado de una conmovedora experiencia respecto a la peli de un gatito que acompaña a una humilde costurera. Ese gato, totalmente atípico, a esa edad nos pareció el vínculo más incondicional y bello que un humano podía formar con otro ser. Desde entonces, dicho nombre quedó retratado en tu llegada. 

Si bien tu cuerpo fue cambiando y se fue modelando con el paso del tiempo en el transcurso de tus 13 añitos de vida, tu esencia permaneció siempre intacta. Siempre supiste comunicar cuándo querías mimitos y cuándo querías que dejásemos de amasar tu enorme, suave y preciosa panchota. También nos hacías llegar tus deseos respecto a las latitas matutinas con exagerados golpes en la puerta de la habitación (bendita cabezota) y tus deseos sexuales al son de un maullar muy peculiar (pobre Vielha); ciertamente esta gatita tuvo mucha paciencia contigo, pero cabe decir que tú también mucha con ella: desde su afán de hacerte hacer footing nocturno de una habitación a otra hasta tu ansia por no dejarle ni un gramo de comida. Pudimos observar y presenciar la idiosincrasia que te hacía ser, sobretodo la forma tan elegante de posar tus patitas traseras en el borde de la gatera para no tener que tocar ni pizca de arena al hacer tus necesidades ( aunque poco te cortabas con tus flatulencias). También, en las oscuras noches de casa, nos observabas desde la lejanía con una mirada de ojos brillantes y acechadores que nos dejaba helados; aunque, realmente, tus ojitos tenían muchas formas de expresar lo que sentías: tus juicios de sabio desde las alturas del sofá, tus pupilas dilatadas en busca de mimos, tu mirada de reojo hacia arriba mientras corrías directo a la cocina para zampar, tus sutiles aunque efectivas advertencias sobre tu voluntad antisocial por momentos...y cómo no, cuando se cerraban para dejar paso a tus sueños llenos de atún, persecuciones de perros y gatitas del Edén  que te dejaban tiesos los bigotes que tanto sacudías. Y hablando de sacudirte, ¡ qué terror las noches de truenos, tempestad y lluvias ! Creo que eran los momentos en los que más agradecido te hemos notado de poder resguardarte en tus adoradas mantitas, tu iglú y nuestro regazo; estos sitios quedan vacíos tras tu partida pero esta casa siempre conservará la pisada de tus almohaditas en todos y cada unos de esos recovecos y, sobretodo, en los de nuestros corazones que, sin ti, siempre estarán parcialmente vacíos. Nos fue trágico y demasiado repentino el inicio de la causa que te hizo marchar, demasiado poco tiempo para aceptar el espacio que íbamos a tener que ocupar sin ti mes y medio después. Fue mucho el sufrimiento que soportaste aunque tu energía jamás cesó (jueguitos con saltamontes que daban eco de tus primeros dos quilitos de vida; luegó costó mucho más sostenerte en el transportín) hasta que tocaste fondo y contigo nosotros. Supiste que era el momento de poner fin a ese bucle y desde entonces, el deseo de poder volver a palparte y coger tus galtotas es ya una dolorosa costumbre que nos toca afrontar. 

Vamos a adorarte siempre Golfito, aunque tu presencia física ya no esté. 

T'estimem gordo, ojalá volvamos a vernos.