Hoy mi casa está más silenciosa, pero nuestro corazón sigue lleno de tu presencia.
Duquesa, fuiste mucho más que una mascota:
fuiste nuestra amiga, nuestra confidente, nuestra compañera en los días buenos y nuestro consuelo en los días malos.
Aunque tu partida nos duele profundamente, nos queda la paz de saber que te fuiste rodeada de amor, el mismo amor que nos regalaste cada día de tu vida.
Tu mirada, tu ronroneo, tus travesuras, quedarán grabados para siempre en nuestra memoria.
No importa cuánto tiempo pase: seguirás viviendo en nosotros en nuestros recuerdos, en el cariño que aún sentimos cada vez que pensamos en ti.
Gracias, Duquesa, por elegirnos como tu persona.
Descansa tranquila, pequeña, porque siempre serás parte de nosotros.